Estrés prenatal, neurodesarrollo y psicopatología

La mayoría de los trastornos mentales y del neurodesarrollo no se deben a una causa lineal; son el resultado de la interacción de factores de riesgo genético y ambiental.

El estrés materno puede provenir de factores psicosociales, complicaciones obstétricas, enfermedades psiquiátricas, respuesta emocional al embarazo u otras causas. Estas variables producen respuestas emocionales y físicas en la madre, las cuales repercuten en feto.

Las respuestas de la madre a los estresores se traducen en cambios hormonales y de neurotransmisores , que generan disminución del oxigeno, aumento de los niveles de cortisol , desnutrición y presencia de sustancias tóxicas.

Así como su madre ,el feto puede lograr responder en forma adaptativa a estos cambios o que el stress supere su capacidad de equilibrio.

Nuestra vida fuera del útero es determinada en gran parte por las 40 semanas que vivimos dentro de él. Muchos de los trastornos neurológicos y del comportamiento tienen sus orígenes durante el embarazo.

Los trastornos del neurodesarrollo son afecciones cerebrales que se expresan como trastornos neurológico y/o psiquiátricos, cuyo origen estaría relacionado tanto con los períodos del desarrollo intrauterino como con el período sensitivo posparto.

El estrés prenatal aumenta las alteraciones en el comportamiento: disminución del comportamiento típico de género, incremento de la respuesta al estrés y retardo neuromotor, y una disminución en el período de atención.

Períodos breves de disminución del oxigeno pueden tener efectos significativos en el cerebro fetal y producir pérdida de neuronas y daños en la materia blanca. La insuficiencia placentaria crónica puede resultar en deficiencias en las conexiones neuronales que inciden en las funciones en la vida posnatal, como son la auditiva y la visual. La exposición aguda y repetida a agentes inflamatorios resulta en daño en la sustancia blanca cerebral.

El momento de la gestación en que ocurre la lesión, su gravedad y su extensión determinarán el tipo de afectación del individuo después de nacer y la expresión de los trastornos neurocognitivos y comportamentales.

El impacto de la vida fetal en la salud a través del curso de la vida cobra cada vez mayor importancia en las diferentes disciplinas médicas. Aspectos como la nutrición intrauterina, factores endócrinos como la hormona del crecimiento, los glucocorticoides y el peso al momento de nacer son estudiados en relación con el desarrollo físico y psíquico del individuo. Lejos de tratarse de un ser insensible, se ha encontrado una exquisita sensibilidad del feto a su mundo circundante, y los más tempranos sentimientos serían entonces codificados en nuestra memoria emocional.

El comportamiento humano se ordena paulatinamente desde el ambiente intrauterino y los sistemas de relación se organizan hacia la complejidad en la vida extrauterina , permitiendo o no la expresión completa de la carga genética.

Existe un complejo interjuego entre factores de riesgo y factores protectores. Tales factores son de orden genético, neuroendócrino, ambiental y psicosocial, que interactúan con factores adversos durante el embarazo, el parto, el período neonatal y durante la infancia. Los factores de riesgo contribuyen en un proceso dinámico de balance entre factores de riesgo y factores neuroprotectores.

Las condiciones adversas en el ambiente uterino no necesariamente producen resultados adversos, pero la sumatoria de factores de riesgo puede producir mayor vulnerabilidad. Los estudios de adopción resaltan la importancia de la interacción de la información genética-ambiente en el desarrollo de los trastornos mentales y cómo el ambiente moldea y modifica los procesos genéticamente determinados.

Debido a todo lo expuesto, es que las políticas actuales de salud intentan proteger el neurodesarrollo, interviniendo en el cuidado de la embarazada y los primeros años de la infancia, en vistas a que cada niño desarrolle su mayor potencial.

Incluso si se lo analiza desde el punto de vista social resulta económicamente rentable, ya que como lo demostrara uno de los Premios Nobel de Economía: la primera infancia es la única etapa de la vida en que la inversión económica social obtiene retribución.

Dra.María Teresa Costa
Pediatra-Neuropediatra

 

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