Historias, anécdotas y música en la Revista del SMI
Nota Natalia Verdún
Para este espacio cultural de la revista del SMI el año 2016 comenzó con recuerdos ...
En nuestra primera edición entrevistamos al Dr. Horacio Turturiello, "Bimbo", fundador y presidente del primer Consejo Directivo de la institución.
Amable y conversador, Turturiello nos hizo viajar en el tiempo hacia los años en que el SMI se estaba gestando:
- ¿Y cómo surge el Servicio Médico Integral?
- Hay un motivo de fundación: por hechos relacionados con política y con problemas jurídicos, algunos hechos que ocurrieron que no viene al caso detallar, se perdían fuentes de trabajo. Yo trabaja en lo que se llamaba en aquel momento Seguro de la Aguja ¡qué épocas! había muchos trabajadores de la aguja, había gente que cosía... los recuerdo a todos con mucho cariño. El Seguro de la Aguja era una cosa muy especial, se creó algo que les aseguraba que si ellos se enfermaban tenía una subvención para sobrevivir mientras estaban enfermos y después se les brindaba la certificación médica. Ahí ingresaron un grupo de compañeros: el doctor Jaime Luxemburg, el doctor Baggio, una serie de compañeros, que eran cuatro o cinco, que hacían las certificaciones. Pero esta gente no era afiliada a nada, trabajan y estaban en el Seguro de la Aguja que les brindaba ese servicio pero no tenían ninguna mutualista. Algunos pocos sí pero la enorme mayoría no tenían. Entonces un señor llamado Manocchi, que era el delegado de los patrones, y una mujer enormemente activa, Tita Cogo, que era delegada de los obreros, era impresionante lo que trabaja esa mujer, lo que se movìa....Manocchi un día le dice a Jaime Luxemburg que había cuatro mil ¡cuatro mil! ¡Mire lo que trabajaban! Bueno, cuatro 4 mil que no tenían sociedad médica. Veían solo al certificador.
- No tenían ningún control de su salud
- No, no, ni había medicamentos ni radiografías ni nada. Dice Manocchi "tenemos cuatro mil personas sin asistencia médica ¿por qué ustedes que están en esto no forman una sociedad médica? y a Luxemburgo se le prendió la lamparita, ¡otro hiperactivo! (risas) Entonces nos llamó a algunos de los que estábamos trabajando y nos dijo "vamos a hacer una sociedad". En aquella época hacer una sociedad cuando existía el Sindicato Médico, la Española, Casa de Galicia, el Sanatorio Inglés, era todo una aventura pero el ímpetu de
Jaime y de Manocchi era más que todo eso. Y fueron a ver uno por uno para afiliarse y todos decían que sí ¡claro! eran los únicos médicos que conocían. Ellos me eligieron como presidente del Seguro de la Aguja, de la parte asistencial, y una vez que logramos ponernos todos de acuerdo se hizo una asamblea. En 1966 el Estado por ley 13561 creó el Seguro de la Aguja, administrador por un representante del poder ejecutivo, dos representantes obreros y dos patronales patronales. Funcionaba en la calle Yí 1434 y como secretaria estaba Carmen Marroquí que después fue la gerente administrativa. Y a fines del año 67 se creó por Manocchi y Jaime Luxemburgo la asistencia médica de estos obreros bajo el rótulo de Servicio Médico de los Trabajadores de la Aguja, allí yo ya trabaja como gastroenterólogo.
Nosotros por cada consulta que teníamos nos daban un ticket, era pago por cada consulta, no teníamos sueldo. Yo trabajé como gastroenterólogo y resolvieron ponerme como presidente del servicio médico de los trabajadores de la aguja. Jaime Luxemburg como director médico. Y ese es el primer embrión del SMI, el SEPTA, Seguro de Enfermedad para Trabajadores de la Aguja.
- ¿Cuándo pasa a ser SMI?
- El SMI se fundó como una necesidad de darle base jurídica al SEPTA. Cuando vino el golpe de Estado nos dijeron que el SEPTA no podía funcionar porque no era jurídicamente aceptable, había una serie de pormenores que no vienen al caso pero nosotros nos dimos cuenta que nos quedábamos todos en la calle. Y ahí resolvimos, el 10 de junio de 1974, en una asamblea en la que se reunieron 44 médicos, a fundar, organizar y financiar una nueva institución que se sería llamada Servicio Médico Integral.
Para financiar tuvimos que poner como garantía nuestras casas, autos y lograr que alguien nos actuara del punto de vista bancario. Fuimos inmediatamente a la sucursal del banco República que quedaba en el Gaucho, y el gerente, que nos atendió muy bien, nos dijo "sí, sí. Tienen que venir los 44 y las 44 mujeres"
- ¿Las casi 100 personas ahí simultáneamente?
- Sí, yo dije ¿cómo reúno a toda esa gente? Y empezamos a caminar por 18 de julio pensando cómo hacíamos y en ese momento pasamos por una sucursal del banco Holandés. Yo iba caminando con mi señora y ella dice "mirá quién está en la vidriera del banco Holandés" y era una amigo nuestro, de acá de Pocitos (antes en Pocitos nos conocíamos todos, no era nada que ver con lo que es ahora). Entonces entramos y le explicamos lo qué pasaba, nos dijo que había ningún problema que nos abría la cuenta y que cuando cada uno pueda iba yendo y firmando.
- Tenían que poner los bienes de garantía ¿todos estaban convencidos? ¿las esposas también?
- Sí, también. Las esposas acompañaban y ayudaban. Conseguimos una casa a la vuelta. Era de un chacinero y además hacia bailes y vendía frankfurtes (risas). Tuvimos que ir con el chacinero al Esmaco (Estado Mayor Conjunto) para presentar que íbamos a fundar la sociedad médica. El señor chacinero llevaba una valija, un maletín grande, entramos, hablamos con oficiales, nos atendieron bien, no hubo ningún problema. Y este hombre dijo "¿les puedo mostrar una cosa?" entonces quedamos sorprendidos ¡había llevado frankfurters, chorizos, todo para mostrarle a los militares del Esmaco! Yo me quería caer muerto pero los que estaban ahí se rieron y dijeron "qué rico, qué rico, bueno, déjelos" y se los dejó todos (risas)
A mitad de año nos invadió la música y estas páginas se llenaron de las palabras de Hugo Fattoruso, uno de los artistas más importantes de nuestro país. Hugo nos recibió en su casa de siempre, donde de niño se mezclaban las zarzuelas que cantaba su madre con los acordes de jazz que escuchaba su padre y que llevó a que él diga hoy que "su alma es la fusión".
Entre los muchos temas que tocamos durante la entrevista, conversamos sobre el proceso creativo y sobre lo que significa tocar con otros colegas y lo que él representa para otros músicos. Esto fue lo que nos dijo:
- ¿Cómo compones? ¿Cuál es el proceso?
- Es por osmosis o resorte, por inquietud ¿si? A veces la mayoría de los temas son de trámite simple y otros que voy directamente al papel y voy compás por compás, son más elaboradoras.
- ¿Qué quiere decir de "trámite simple"?
- Porque si es una canción me suena en la cabeza ya como forma de canción, entonces es simple. Y si son temas instrumentales hay unos que son simples y otros un poquito más elaborados. Voy escribiendo compás por compás.
- ¿Tenés una rutina para componer?
- No, las propias instancias y obligaciones me llevan a estar estudiando todo el tiempo diferentes cosas porque me invitan diferentes grupos a tocar con ellos, tengo que estudiar sus músicas, porque si me voy a presentar con un pianista, él me manda música, tengo que estudiar la música de él.
- ¿Recibís muchas invitaciones para tocar?
- Sí, mucha suerte, muy simpático. Yo tengo que combinar las fechas, como un dentista.
- Te puede llamar alguien que capaz a vos no te interesa tocar con esa persona o en esa banda ¿cómo lo manejás?
- Mirá, el 99% de las veces digo que sí porque considero un gesto amable, galante y simpático que me inviten. Aparte para mí es un desafío porque cuando cuando acepto le digo "mirá, yo voy pero cuando grabe tenemos que ver entre los dos si la emboco porque si no la emboco sacame y después nos tomamos un café y me voy a casa". Con esa condición voy: que es descartable mi participación. Y todo es un desafío, a mi me gusta, me gusta porque me parece que le puedo embocar. Son veleidades, me parece que le emboco (risas)
- Y te da para espacio para investigar, para estudiar.
- Se aprende de todos. Menos de...hay unos que tienen tanto nivel que yo no puedo aprender nada. Porque tiene mucho nivel...
- Algo podrás "agarrar" ¿cómo que no?
- Leo Masliah, ¡faaa! yo me quedo maravillado. Él me invitó a tocar, los temas que yo toqué son temas que él tácitamente sabe que yo los puedo tocar porque él tiene el 90% de los temas yo no podría tocar; tendría que estudiar todo el año para estudiar tres temas porque son cosas muy complejas para mis conocimientos, están fueran de mi alcance.
Hernán Jacinto que es otra persona que tiene otro nivel, él baja y él toca conmigo y yo puedo. Otro es el Mono Fontana. Ellos dos son de Argentina. Tienen mucho nivel, simplemente, entonces de ellos, de verdad, no puedo aprender porque me traspasa. Combinamos y nos encontramos en un punto en el que me puedo mover, eso sí.
- Estoy segura de que si le pregunto a ellos no van a decir que no podés...
- Uhh, son terribles, son fans. Yo me tropiezo y toco por accidente una tecla y "ahh, qué bárbaro loco, mirá lo que hiciste". Son así. (risas)
En la tercera edición hablamos con una mujer que hace muchos años se abrió paso en un ambiente mayoritariamente masculino. La payadora Mariela Acevedo, nos contó cómo comenzó a improvisar y también sobre su trabajo como docente de filosofía en liceos pero, sobre todo, nos instruyó sobre el arte de la payada, su estado actual y su forma:
- En Montevideo parece que se tuviera acceso a la payada solo en el Prado y en Roosevelt en la semana criolla. ¿Después hay lugares para ir a ver payadores?
- En semana santa y nada más, como que no hay otras cosas. Antes había, ahora no. Antes se generaban más espacios, había una agrupación de payadores, ahora ya no la hay. Es difícil, cuando no hay audiciones de radio, hay mucho poquitas, entonces ¿cómo difundís? Es un arte muy valioso, para mí, difícil de comprender si no lo ves.
- ¿Se está perdiendo?
- No, yo me niego a decir que se pierde aunque se esté perdiendo, valga la redundancia. Quedamos unos cuantos payadores, aunque han fallecido unos cuantos. Yo tengo un proyecto que presenté hace tiempo en primaria, que está en espera, para poder llegar a los niños, a las escuelas, sobre todo del interior. Yo tengo un disco que se llama "Payaniños", con todas temáticas de cosas uruguayas para niños de las escuelas, que todavía no he encontrado el apoyo pero mi idea es en algún momento ir, porque estoy segura que tiene que haber muchos niños y muchas niñas que pueden improvisar.
- ¿Cuántos payadores hay en Uruguay?
- Somos poco. Haber, hay montones, ahora que sean payadores es otra historia, que eso no lo evalúo yo.
- ¿Decís que se dicen payadores y no lo son?
- Pasa que van al Prado, van al Roosevelt y se apuntan y cómo evalúas vos que lo es. Porque en realidad hay gente que está improvisando y lo hace muy mal, en realidad no lo son, pero bueno, eso no lo puedo determinar yo. Pero payadores profesionales somos pocos, hace poco falleció uno gran payador uruguayo, Gustavo Guichon....quedan pocos, por eso la urgencia de que se pueda renovar, creo que el payador más joven ahora tiene 40 y pico de años, tiene que surgir gente más joven.
- ¿Y cómo se evalúa, recién dijiste que hay gente que improvisa mal, qué significa eso?
- Lo puedo decir porque se los he dicho a ellos directamente: si vos no tenés la estructura de la décima...cada verso, cada renglón de esa décima, tiene que ser octosílaba, no puede pasar de 8 sílabas. Cuando tenés el mecanismo en la cabeza no te pasa, yo si me paso de una sílaba me muero, no me ocurre. Pero si vos tenés gente que en lugar de 8 sílabas, hace 12 o hace 6 en cada verso y encima el contenido dice es cualquier cosa, no sé, viene hablando de zapato y te rima con casa, no tiene nada que ver, entonces eso para mí es improvisar mal, para mí el arte merece mucho respeto.
Hay gente que por rimar, dice cualquier cosa. Después lo que yo no tolero y para mí está mal es que si vos tenés 40 años y decís dos sílabas de más y no te das cuenta y escribís un verso en facebook y lo escribís con dos silabas de más es grave también, porque no estás improvisando, lo estás viendo. Para mí eso es improvisar mal.
- ¿Qué se evalúa en los concursos?
- Yo nunca concursé, sí fui jurado. Se evalúa el contenido, la forma, la presentación, la forma de cantar. No es un arte donde la mayoría de los payadores canten bien, hubo gente que no cantaba muy bien pero fueron excelentes payadores, como Héctor Umpiérrez, se me viene ahora, él manejaba dos tonos con su guitarra, no tenía una voz demasiado grata de repente, tampoco iba demasiado a tiempo pero yo de los que recuerdo era el más difícil de contrapuntear con él. Era sumamente habilidoso, conocía muchísimo de campo, además no sé cómo hacía pero siempre te llevaba al terreno de él improvisando, y si vos no sabés tenés que tratar de salir, él te llevaba al terreno de él. Tenía todos los recursos....murió con 90 y pico de años, siempre me decía "mija, si a vos te quieren encerrar en algo, decile que bastante tiene el payador con sacar el arte y la espontaneidad como para que le estén exigiendo un tema", él estaba en contra del tema en la payada, es más, siempre que le pusieron un tema nunca lo siguió.
- Porque al hacerlo temático te están restringiendo.
- Sí pero yo entiendo también que puede pasar que tenés 8 o 10 payadas que todos te improvisen sobre lo mismo. Por ejemplo, ahora, falleció Guichon, todos van a hablar de Guichon entonces si no ponés alguna temática para que se pueda abrir un poco....igual los temas a mí no me gusta, ya saben que yo nos les sigo el tema, yo también escucho las payadas anteriores, si 5 improvisaron sobre Guichon, haré una mención como corresponde pero no voy a hacer toda la payada sobre Guichon.